jueves, 13 de diciembre de 2007

EN LO PROFUNDO DEL BOSQUE


EXP. 1203403. CASO WALTER 12-07-1935

DECLARACIÓN DEL AGENTE HOWARD STEVEN - 18:34 p.m.
Taquigrafiada por Ellen Lamdberd


El inspector Walter y yo nos encontrábamos investigando el caso de unos brutales asesinatos rituales en las profundidades del Bosque de Billington cercano a la ciudad de Arkham.
Las primeras víctimas fueron una pareja de unos veinte años de edad, Robert Graham y Laura Freeze. Ellos fueron encontrados salvajemente asesinados y en una extraña posición con los brazos y las piernas abiertas formando lo que parecía una estrella de cinco puntas. Se les había arrancado la parte superior de sus vestimentas, quedando el torso desnudo, en el cual fue grabado, seguramente usando algún instrumento ritualista como un puñal o cuchillo, un símbolo arcano que el inspector reconoció al instante. Según él, este símbolo era el utilizado por una antigua secta medieval para invocar a un demonio creador de pestes y epidemias.


Tras estas primeras víctimas comenzaron a aparecer en sucesivas semanas, exactamente cada ocho días, nuevas parejas igualmente asesinadas. Las víctimas fueron en orden de aparición: Peter Franz y Caroline Schubert, Patrick Millton y Tamara Whiteman, Charles Stephenson y Rachel Scout.
Sin ninguna pista que pudiese llevarnos a los culpables de tales asesinatos y con la única ayuda de saber que estábamos ante los asesinatos de una persona o personas que estaban imitando sacrificios rituales de la edad media, el inspector y yo no tuvimos más remedio que ponernos a investigar más profundamente el caso.

Nuestro primer movimiento se basó en la visita el veínte de abril a las cinco menos cuarto de la tarde a la biblioteca de la universidad de Miskatonic. El inspector Walter creyó conveniente el uso de esta biblioteca puesto que ya le había servido anteriormente en otros casos sobre sectas y religiones antiguas. Casos en los que yo no estaba presente.
Nos dirigimos a las secciones de Teología y Ciencias Ocultas que estaban situadas en la tercera planta del edificio y comenzamos la búsqueda de cualquier material sobre religiones, sociedades secretas, cultos o sectas que se hubiesen registrado o producido en la Edad Media.
Tras dos horas de exhaustiva búsqueda y habiendo recopilado la información que creíamos más conveniente para nuestra investigación, nos dirigimos hacía la sala de lectura y estudio de la tercera planta con un total de diez libros en nuestro haber.

Fue en uno de estos tomos titulado: DE OBSCURITAS MUNDI, donde encontramos lo que estábamos buscando. La información sobre aquella secta del medioevo y sus ritos:

(FOTOCOPIA DE LAS PÁGINAS DADAS POR EL AGENTE HOWARD STEVEN EN RELACIÓN CON EL MATERIAL ENCONTRADO EN EL TOMO “DE OBSCURITAS MUNDI” ENCONTRADO EN LA BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD DE ARKHAM CON MOTIVO DE LA INVESTIGACIÓN DEL INSPECTOR WALTER.)

PÁGINA UNO.

LA CABRA NEGRA

Secta aparecida en el año 1309 en la ciudad de Hertogenbosch, actual Bolduque, en los Países Bajos. Esta secta nació a raíz del avistamiento de unos pueblerinos de la caída de un meteorito cerca de la ciudad, en sus bosques.
Tras esta caída, a las pocas semanas comenzaron a desaparecer pareja de jóvenes sin dejar rastro, siendo encontrados sus cuerpos meses más tarde en una laguna oculta en los bosques de Hertogenbosch.
Las autoridades tuvieron ciertas dificultades para esclarecer quien cometía aquellos extraños secuestros y en un principio fueron atribuidos a castigos divinos por una conducta indecorosa por parte de los jóvenes.
Algunos hablan del poder de esta secta y hay documentos escritos que hablan de cómo los árboles parecían tener vida en sus rituales y gritaban una macabra canción de honor a su dios.
Seis meses después, y con casi toda la población juvenil desaparecida y luego encontrada asesinada, el Tribunal de la Santa Inquisición consiguió detener a uno de los culpables, de nombres Petrus Hyeronimus van Dick, de unos treinta y dos años de edad, el cual relató al Tribunal, tras días de cruel tortura, vejación y sadismo hacia su persona, los inicios de la secta y prácticas.

PAGINA DOS

Inicios

Según van Dick, tras la caída del meteorito en las profundidades del bosque cercano a Hertongenbosch, uno de los pueblerinos, el que más tarde seria el sumo sacerdote de la secta, Brueghel van Eyck, se dirigió intrigado hacia el lugar del hecho. Allí se encontró con una masa candente, una roca que desprendía humo y que estaba desquebrajada por uno de sus lados.
Tras esto, una luz resplandeciente y unos extraños murmullos fueron escuchados por aquel viejo anciano, el cual quedó maravillado e hipnotizado por el acontecimiento.
Al día siguiente fue proclamando por el pueblo una nueva religión a la cual se adoraría a “La Cabra Negra” un ser que según él venía a proclamar el fin del mundo sino se hacía lo que ella quería. Aquellos que la adorasen serían recompensados con riquezas y conocimientos y sus enemigos desvastados en las llamas.
Rápidamente algunos pueblerinos se unieron al culto y fue cuando comenzó el terror en el pueblo de manos de la “Secta de la Cabra Negra”

PÁGINA TRES

Rituales y prácticas

La segunda parte de la declaración de van Dick se basó en relatar al Tribunal de la Santa Inquisición los rituales y prácticas que la “Secta de la Cabra Negra”.
Van Dick relató que una vez Brueghuel reclutó a un número considerable de fieles para su nueva religión, este empezó a dictar una serie de prácticas que debían acatarse al pie de la letra para que su nuevo dios “La Cabra Negra” estuviese satisfecho y no arremetiera contra ellos.
Estos rituales y prácticas son:

1. Ritual del Renacimiento.

Para pertenecer a la nueva religión todos los fieles debían volver a nacer y olvidar todo signo de su díos antiguo, ya fuera el cristiano, el judío, musulmán, etc.
Esto se conseguía con el sacrificio una noche de luna nueva de un cordero o cabritilla. La sangre del animal sería utilizada para llenar una pila de la cual los fieles deberían coger con una copa la sangre de esta.
Con la sangre en la copa, primero se untarían un poco en el dedo índice y se marcarían en la frente con este un símbolo arcano mientras recitaban: Mi pensamiento se rinde ante la voluntad de Shub-Niggurath.
Luego pasarían el dedo por sus labios y recitarían: Mis palabras y mi cuerpo se alimentan de la sangre de Shub-Niggurath.
Por último, derramarían toda la sangre que contuviese la copa sobre su cabeza, intentando que cállese por su cuerpo hasta el suelo mientras gritaban: Mi díos es Shub-Niggurath. Ante él me rindo, por él muero y renazco. ¡MI DIOS ES SHUB-NIGGURATH! ¡ANTE ÉL ME RINDO, POR EL MUERO Y RENAZCO!

PÁGINA CUATRO.

2. Ritual de ofrenda

Cada 23 de cada mes debería elegirse una pareja de jóvenes, un hombre y una mujer, para que sirviesen de ofrenda al díos
La pareja debería tener una edad entre los catorce y veinte años y deberían ser apuestos y de corazón y cuerpo puro.
Cuando llegase la noche, serían arrastrados hacía el interior del bosque más cercano y metidos dentro de un círculo de poder que antes se habría creado en el suelo. Este símbolo es el Signo de la Madre Oscura.
Cuando sean las doce de la noche, el sumo sacerdote cogerá el athame o cuchillo ritual y dejando a la pareja en el suelo, dentro del símbolo, les quitará la parte superior de sus ropajes y con el athame cortará una parte de su pecho a la vez que dibuja el símbolo arcano. Luego alzará el cuchillo lleno de sangre al cielo y gritará: ¡ÏA, ÏA, SHUB-NIGGURATH! ¡CABRA DE LAS MIL CRÍAS! ¡MADRE OSCURA! ¡RECIBE LA OFRENDA QUE ESTA NOCHE TE DAMOS, OH TU HUMILDES SIVERVOS!

(FIN DEL DOCUMENTO)

Tras aquel hallazgo, el inspector y yo sentíamos que estábamos más cerca de alcanzar a los culpables. Revisamos todos los documentos en referencia a los asesinatos y comprobamos que todos ellos, según el forense, parecían haber muerto sobre los días del 22 al 24 de cada mes. Los símbolos encontrados en la escena del crimen parecían totalmente a los hallados en aquel libro de la biblioteca, al igual que todo el ritual hecho en los cuerpos.
Llegamos a la conclusión de que los culpables de aquellas muertes serían los miembros de esta secta medieval que sea como fuese había llegado desde los Países Bajos hasta los Estados Unidos de América.
Además, el inspector recordó algo que sucedió unas semanas antes de las primeras muertes. Según él, una de las noches pareció ver como un extraño objeto volante parecido a un meteorito o cometa caía en las profundidades del bosque de Billington.

Creímos conveniente esperar entonces hasta el día veintitrés de ese mes para resolver de una vez por todas el caso y detener a los culpables. El inspector tenía algunas intuiciones sobre donde podrían realizarse tales sacrificios antes de abandonar los cuerpos a la interperíe. Su teoría se basaba en unos antiguos estudios realizados por él en los cuales se decía que el bosque de Billington fue en antaño un lugar de sacrificios humanos por parte de una tribu autóctona del lugar. La prueba de ello serían unas extrañas piedras con símbolos grabados en el interior del bosque.
Sólo nos quedaba esperar.

El veintitrés de abril, sobre las once de la noche, nos dirigimos los dos con suma cautela hacía lo más profundo del bosque, intentando hallar a los miembros de la secta e impedir un nuevo sacrificio.
Con la única ayuda de una linterna y armados esperamos en una explanada cerca de las piedras que el inspector decía conocer.
Fue a eso de las once y media cuando empezamos a escuchar ciertos sonidos cerca de nosotros. Escondidos pudimos ver como un grupo de alrededor de veinte personas, vestidos con túnicas negras y encapuchados siendo imposibles verles sus rostros, se dirigían hacia el centro de las piedras arrastrando con ellos a una pareja de jóvenes que no tendrían más de dieciocho años.

El inspector y yo esperábamos el momento más apropiado para detener a aquellos degenerados mientras veíamos como preparaban todo para su oscuro ritual de sacrificio.
Pero entonces algo nos hizo temblar desde lo más profundo de nuestra alma. Del interior del bosque comenzaron a aparecer unas criaturas terribles. Recordé entonces un pasaje del libro de la biblioteca: Algunos hablan del poder de esta secta y hay documentos escritos que hablan de cómo los árboles parecían tener vida en sus rituales y gritaban una macabra canción de honor a su dios.
Pero lo que nuestros ojos estaban contemplando no eran árboles vivientes sino algo más aterrador. Seres gigantescos, alrededor de unos veinte, cubiertos de enormes tentáculos negros y viscosos que desprendían un jugo repugnante de ellos. Por todos ellos estaban repartidas horripilantes bocas cubiertas de afilados dientes y llenos de la misma baba que desprendían los tentáculos, un líquido verde y de hedor insoportable. Bajo estos seres los tentáculos terminaban en unas pezuñas negras y duras, parecidas a las de una cabra pero de tamaño descomunal.


Nuestra sangre se heló. Pero aún quedaba lo peor por contemplar. Miramos nuestros relojes; eran las doce de la noche en punto. Uno de los encapuchados sacó entonces un cuchillo ritual y apuñaló a los jóvenes.
No pudimos hacer nada. Estábamos en un estado entre la consciencia y la inconsciencia, catatónicos, idos completamente y congelados por el miedo, el más profundo terror que se había apoderado de nuestro cuerpo.
Los jóvenes murieron y después de esto una niebla densa y que creaba un ambiente aún más aterrador a la escena comenzó a formarse. Pero no era una niebla normal. Era de color negruzco y rápidamente empezó a formarse en ella una masa hirviente y completamente llena de úlceras de las cuales crecían tentáculos gigantescos y aterradores. Por todo su ser se formaron también bocas que escupían una baba asquerosa y al igual que las criaturas que vimos anteriormente en su inferior se encontraban lo que parecían unas pezuñas negras.

El inspector recobró la conciencia y me tocó en el hombro. Fue cuando me dijo unas palabras que nunca olvidaré.
Me miró a los ojos fijamente y con una sonrisa que intentaba despreocuparme me dijo: “No te preocupes por mí. Vete. Corre hacia la ciudad y avisa a todos del terror que se cierne sobre ella”
Me resistí a abandonar al inspector, a mi compañero, a una persona que había sido como un padre para mí, que me había enseñado todo lo que sé ahora, pero él me amenazó con su pistola y me ordenó que me marchase de aquel lugar.
Corrí entonces, me alejé lo más rápido posible de aquella pesadilla con lágrimas en mis ojos y cuando estuve a una distancia alejada del lugar escuché el sonido de un disparo.
Regresé a la ciudad. No volví a ver al inspector desde aquel momento.

(FIN DE LA DECLARACIÓN)
(EXTRACTO DEL ARKHAM ADVERSITER CORRESPONDIENTE AL DÍA 18 DE JULIO DE 1935)

EL AGENTE HOWARD STEVEN DECLARADO INOCENTE

Tras no haber encontrado pruebas fehacientes que lo inculpen con la desaparición del inspector Phillip Walter.

17 de julio. El agente Howard Steven fue puesto en libertad al no haberse hallado ningún indicio de culpabilidad con referente a la desaparición del inspector Phillip Walter. Según su abogado y tras el análisis de un psiquiatra se ha determinado que sufre un estado de locura que afecta a todo su sistema cerebral incitándolo a mezclar sucesos extraños con acontecimientos reales.
Howard Steven será recluido en el psiquiátrico de Arkham donde se estudiará su comportamiento para determinar factores de su locura…

(EXTRACTO DEL ARKHAM ADVERSITER CORRESPONDIENTE AL DÍA 24 DE JULIO DE 1935)


EL AGENTE HOWARD STEVEN ENCONTRADO MUERTO EN EL PSIQUIÁTRICO DE ARKHAM.

Madrugada del 24 de Julio. El agente Howard Steven, uno de los sospechosos en relación con la desaparición del inspector Phillip Walter y que tras haber sido declarado inocente y hallado en él signos de locura fue recluido en el psiquiátrico de Arkham, fue encontrado esta madrugada muerto en su habitación.
Según el médico forense la causa ha sido un paro cardíaco relacionado con un estado de terror insoportable que podría haber vivido esa noche.
El testimonio de algunos reclusos del psiquiátrico habla de unos gritos insoportables por partes del agente esa noche alrededor de las doce de la noche. Uno de ellos nos ha contado que algo de lo que pudo entender en aquellos gritos fue: "¡ESTÁ AQUÍ! ¡EL INSPECTOR ESTÁ AQUÍ! ¡PERO NO ES ÉL! ¡ES LA CABRA NEGRA DE LOS BOSQUES CON UN MILLAR RETOÑOS! ¡Y ÉL...ÉL ES AHORA UNO DE ELLOS!"...

lunes, 10 de diciembre de 2007

Han vuelto...para vengarse


Jonathan Hawke se levantó estrepitosamente de la cama. Se colocó su uniforme militar y fue hasta el armario ropero situado frente a su mesa de escribir. Lo abrió y saco de él una ametralladora. La cargó y salió de su habitación con mucho sigilo y sin llamar la atención de nadie. Caminó por los largos pasillos de la central militar hasta llegar al lugar donde se encontraban las habitaciones de todos los soldados, sus subordinados. Abrió la puerta A1 y con movimientos rápidos y sin compasión empezó a disparar a los cinco soldados que dormían en aquel cubículo.

Al instante todos los demás soldados que descansaban plácidamente en las restantes habitaciones se despertaron y salieron de estas para ver que es lo que estaba ocurriendo y quien estaba disparando de aquella manera. Lo que vieron fue aterrador. El general Jonathan Hawke seguía disparando a los cuerpos ya sin vida de los soldados de la habitación A1.

-¡General! ¡General! ¿Qué le ocurre? —gritó uno de ellos impactado por la imagen que a sus ojos estaba llegando.

El general se volvió y disparó al pobre soldado que cayó al instante al suelo lleno de agujeros producidos por las balas de la ametralladora.

Los restantes soldados que quedaron salieron corriendo como alma que lleva al diablo, escapando de aquel horror y de la locura que había entrado de repente al general Hawke.

-¿Qué demonios está ocurriendo, Frank? —pregunto uno de los soldados a su compañero mientras corrían dirección a la entrada del complejo militar

-No lo sé Erick. Esto es muy extraño. Parece una pesadilla.

Entonces ocurrió…Uno de los soldados que iban hacía la salida sacó de su pantalón un puñal y lo utilizó salvajemente contra uno de sus compañeros más cercanos.

-¡Mierda, Frank! Oliver se ha vuelto loco también. ¡Qué coño está pasando! ¿Por qué se comportan así!

Pero no sólo fue Oliver quien comenzó a agredir a sus compañeros. Al instante, muchos otros soldados se pararon en seco y comenzaron a utilizar sus armas contra sus compañeros. El escenario no podía ser más dantesco. Los pasillos llenos de cuerpos moribundos de soldados y de sangre aún fresca. El general Hawke se iba acercando mientras con su metralleta disparando a todo lo que veía. Los disparos se escuchaban por todo el edificio y los soldados que iban quedando apresuraban su huida, aterrados y acongojados por la situación.

-Erick, esto parece una jodida película de terror. Algo está pasando con nuestros compañeros.

-Lo sé Frank. Esto es muy extraño. Ellos no son así. No sé que demonios está ocurriendo.

-Puedo que yo si lo sepa.

-¿Cómo? ¿A qué te refieres?

-Creo que sé que está ocurriendo en el edificio, Erick.

En ese instante, el general Hawke disparó a Frank que se desplomó en el suelo totalmente lleno de sangre.

-¡No! ¡Frank!

La salida está justo en frente de Erick. Él, aterrado por la situación utilizó sus últimas fuerzas para salir de aquella masacre. Abrió de par en par las puertas metálicas y el panorama que se encontró no le fue nada alentador.

En el exterior, todo el paisaje estaba cubierto de nieve por una nevada que habría ocurrido aquella noche.

Erick seguía corriendo con dificultad por la nieve, mientras dejaba un rastro de sangre en esta de sus botas que estaban cubiertos de la sangre de sus compañeros al igual que todo su cuerpo. El general Hawke se acercaba cada vez más. El fin estaba cerca.

Se tropezó con una piedra oculta bajo la nevada y cayó dejando la marca de su cuerpo en esta. Su corazón palpitaba incesantemente. Estaba a punto de darle una taquicardia. El general Hawke se encontraba ya en frente de él

-¡Por qué! ¡Por qué! —gritó aterrorizado.

El general se paró entonces delante de él y comenzó a hablar.

-Nuestra venganza. Ellos nos masacraron y ahora es nuestro turno.

Entonces Erick lo recordó. El día antes sus compañeros habían ido a una misión exploratoria hacia uno de los campamentos enemigos. Según le contó Frank, todos estaban en una especie de iglesia rezando a un extraño ídolo cubierto de tentáculos al que llamaban Cyaegha. Los masacraron a todos con sus armas. Él estaba enfermo en su cama debido a la gripe.

El general miró entonces a Erick. Luego cogió su metralleta y con una diabólica sonrisa se disparó el mismo en la sien.

Erick cayó desmayado al suelo.

Cuando despertó estaba totalmente rodeado de soldados y altos mandos y con las manos y los pies esposados.

-Erick Shaw, en nombre del ejército de los Estados Unidos de América queda arrestado.

-¿Yo? Pero si yo… ¡Yo no he hecho nada! ¡Fueron ellos! ¡Los espíritus de los enemigos poseyeron a mis compañeros!

domingo, 9 de diciembre de 2007

Las cuatro almas perdidas

Hay muchas cosas que hacer una noche de sábado: ir al cine, dar la vuelta por la ciudad, beber con los amigos…Sin embargo hay personas que buscan otra forma de pasar la noche. Y es que hay juegos que no deberían practicarse por temor a abrir puertas que es mejor dejar cerradas…

Era una noche de sábado cualquiera, Carlos de veinte años, su amigo Juan de su misma edad, la novia de este, Laura, de veintiún años y el hermano pequeño de Laura, Jorge, de dieciocho, habían decidido que el día no terminase como todos los demás y decidieron adentrarse en las profundidades del bosque, más allá de un pequeño riachuelo y donde el paisaje lo formaban simplemente árboles muertos y una densa niebla que impedía ver a lo lejos.

Caminaron hasta toparse con una verja salida de la nada, hecha de hierro oxidado y que creaba un sonido inquietante con el vaivén del viento. Más ella de esta, se dibujaban las siluetas de pequeñas tumbas casi derruidas y olvidadas por el tiempo.

Carlos: ¿Así que este era tu plan para esta noche? ¿Un viejo cementerio alejado de la mano de Dios?

Juan: Creo que es una experiencia única, ¿No? Además…aún no sabes que vamos a hacer aquí.

Y dejando una pesada mochila que llevaba a su espalda en el suelo, la abrió y sacó de ella diversos objetos: un libro antiguo, unas velas, un cuchillo ritual y una lagartija encerrada en un recipiente de cristal.

Laura: ¿Para qué es todo esto?

Juan: El libro que veis lo encontré en el desván de mi casa. En él hay diversos encantamientos, algunos que no puedo llegar a entender y otros como el que quiero hacer que nos vendría de ayuda para el lunes.

Carlos: ¿Para el lunes?

Juan: Es un hechizo para aprobar.

Laura: Parece interesante. Podríamos hacerlo.

Jorge: A mi me da mal rollo. No hay que jugar con esas cosas.

Carlos: Yo pienso como él. No deberíamos hacer nada de esto.

Laura: No seáis gallinas. Será divertido. Seguramente no funcionará, pero si lo hace no tendremos que preocuparnos por el resultado del examen de biología.

Tras mucho pensarlo, al final Carlos y Jorge, aceptaron, aunque el hermano de Laura buscaba aprobar otro tipo de examen.
Así fue, cuando al dar las doce de la noche, todos ellos comenzaron el ritual. Juan abrió aquel libro antiguo que había encontrado en su casa y comenzó a recitar el hechizo.

Juan: Ïa, ïa. Yog-Sothoth deimon. Yibb-Tstll deimon. F’ght

Carlos por su parte sacó el lagarto de su recipiente y con el cuchillo ritual sujetado con la otra mano destripó al reptil. Cayendo gotas de sangre sobre el terreno sagrado.

Juan: Yibb-Tstll, ¡Yo te invoco! Cumple mis deseos. Te despojo de tus ataduras. ¡Ven a mí!

Una neblina verde hizo entonces su aparición mientras un extraño hedor, apestoso y aberrante inundó todo el ambiente. Poco a poco la neblina fue tomando forma hasta crearse una criatura terrible. De cuerpo esquelético pero aún con carne y con cientos de reptiles saliendo de sus entrañas. Su cabeza era de aspecto cadavérico con una risa malévola y demoníaca.

Entonces alzando sus manos, con largas uñas punzantes que podrían desgarrar cualquier cosa, lanzó con fuerza sobrehumana a los cuatro chicos que salieron disparados hacia la verja de aquel antiguo cementerio. Carlos, Laura y Jorge quedaron empalados en las barras oxidadas y Juan simplemente se chocó con los barrotes en la cabeza.

Segundos después se levantó y en vez de correr aterrado del lugar, plantó cara al monstruo ser. Sin embargo una risa maquiavélica se dibujaba en su rostro.

Juan: Hice todo lo que me pediste. Ahora recompénsame. Ese era el trato que hicimos ¿No?

Y Yibb. Tstll alzó de nuevo su mano mientras su malvada sonrisa inquietaba al muchacho.

Juan: No es justo…Hice lo que me pediste…Yo…Yo… ¡Nooo!

Y Juan cayó inmediatamente a los pies de la criatura, mientras aquellos asquerosos y repulsivos reptiles iban comiendo los cuerpos de aquellas cuatro almas perdidas…

Ya lo dije. Hay formas de entretenerse que es mejor no probar. Por cierto. Me presento. Soy Yibb-Tstll. ¿Hacemos un trato?